lunes, 15 de junio de 2020

Europa en ésta década: Capítulo 1 (2011 Segunda Parte)



Continuando con mi relato acerca de mi primera experiencia por Europa ahora me toca hablar de la segunda parte de ese maravilloso viaje.

Después de haber pasado muy poco tiempo a mi parecer en Múnich conociendo algunos de sus atractivos, tomamos la autopista rumbo a Salzburgo en Austria.

Era la primera vez que viajaba en auto en Europa y las carreteras alemanas me llamaron mucho la atención por su diseño, su impecable calidad material y su señalética siempre ordenada y correcta. Me parecían inclusive de mejores estándares que las autopistas estadounidenses que hasta esa fecha había conocido y el paisaje bordeando los alpes bávaros era increíble no obstante la tarde era nublada y por ratos lluviosa.



Mi primer día en Salzburgo en realidad fue para instalarnos en el hotel que a decir verdad, era una cabaña alpina muy grande y muy bonita. Nunca me había hospedado en un chalet de ese tipo y me encantó que contara con pizzería y mini boliche en la planta baja aunque no lo utilicé.



Al día siguiente visitaríamos el centro de la ciudad que ha sido por cierto, una de las más bonitas que he conocido. Salzburgo es igualmente atravesada por un río que divide la parte antigua con la moderna por así decirlo y hay una gran cantidad de iglesias, catedrales y parques. Me llamó la atención la calle principal llena de tiendas y restaurantes así como el castillo en la loma desde donde la ciudad se contempla de maravilla.





Tomamos un bote por el río Salzach rumbo a un lugar donde encontraríamos jardínes y figuras como sacadas de un cuento. El lugar se encuentra a las afueras de Salzburgo y se llama Hellbrunn. Después de pasear por los jardínes y el palacio adyacente retornamos al centro de la ciudad para dirigirnos a la casa de Mozart, donde veríamos algunos de los muebles e instrumentos musicales que utilizó mientras realizaba música. Por aquél momento comencé a sentir un fuerte dolor de cabeza como los que ocasionalmente me dan y pensé que sería pasajero, desafortunadamente no fue así y por las próximas 3 horas tuve que soportar un intenso malestar que me impidió disfrutar a plenitud el recorrido posterior a la cervecería Stiegl.  



Apenas y pude comer aquella tarde debido al fuerte dolor que incluso me hizo separarme del grupo para sentarme en una mesa aparte. Me tomé pastillas pero el dolor no se iba. Después de una hora y de solo comer las papas fritas de la hamburguesa que solicité el dolor comenzó a descender justo cuando partíamos de vuelta al hotel. En el camino ya al estar anocheciendo recuerdo encontrar encantadora la ciudad con sus calles iluminadas y el ocaso detrás de los alpes.

Al día siguiente y ya sin dolor alguno pude aprovechar mucho mejor de la ciudad. Subimos la colina donde se ubica el Castillo- Fortaleza de Hohensalzburg y quedé fascinado con las vistas desde ahí, pues pude contemplar toda la ciudad e incluso los alrededores y la frontera con Baviera en Alemania. No cabe duda que Salzburgo es una ciudad que merece ser visitada más de una vez y preferentemente con dos días como mínimo de tiempo.



Tomamos nuevamente carretera entre los alpes hacia el sur para llegar a la famosa caverna congelada de Eisriesenwelt, donde después de subir por un camino secundario y disfrutar las panorámicas alpinas, tuvimos que caminar por un sendero hasta llegar a la caverna. Desafortunadamente no te dejan tomar fotos adentro pero vale la pena la visita si tienes tiempo y te gusta admirar el paisaje boscoso y las cumbres de las montañas.






Abandonamos la región de Salzburgo haciendo una parada para comer cenar en un restaurante de la cadena austriaca Rosenberger, se trata de una cabaña ubicada en un parador de carretera en el cual di una gran comida. El servicio es casi como de buffete y puedes servirte de muchas ensaladas, carnes, papas, postres, pescados etc. Lo recomiendo ampliamente pues además del buen sabor de sus platillos el menú es amplio.




Viajamos parte de la noche hasta llegar a la zona del Tirol, donde estaríamos hasta la tarde siguiente. Innsbruck fue la ciudad que ahora tocaba conocer y debo decirles que también me fascinó. Ya días antes y en camino hacia Múnich desde Verona el tren hizo parada en ésta ciudad que es conocida por sus pistas para esquiar en invierno.



Innsbruck es un lugar encantador, sus casas, palacios, iglesias y pórticos son muy bonitos. Es como una ciudad medieval enclavada en los alpes y atravesada por el río Inn. Aquí solo estuvimos unas horas desafortunadamente pues había que continuar rumbo al norte hasta alcanzar Trebur en Alemania. Las pocas horas que pasé en Innsbruck las disfruté y prometí que algún día volvería. 




El resto de la noche y parte de la madrugada se recorrió gran parte de Alemania pues había que llegar a un suburbio de Frankfurt llamado Trebur para pasar la noche. La casa era de una de las personas que nos habían hecho el favor de trasladarnos en carro los últimos días y de ahí tomaríamos el tren por la mañana hacia Hamburgo, al norte del país.

Tristemente no pude tener minutos en la capital financiera de Alemania para poder fotografiar sus grandes rascacielos y por consecuente el skyline que se forma con ellos. No logré encontrar un espacio mínimo para presenciar dichos edificios y solo tuve que conformarme con verlos alejarse a medida que el tren partía al norte. Por supuesto que me prometí regresar un día para poder fotografiar con más calma el skyline.

El camino fue muy largo y cansado. Estábamos desvelados y con mucho trajín a cuestas. Dormí por varios lapsos del recorrido apenas abriendo los ojos cuando llegábamos a alguna de las estaciones intermedias. Llegamos a media tarde a Hamburgo, la segunda ciudad más grande e importante de Alemania.



Después de instalarnos salímos a aprovechar lo que quedaba del día recorriendo la zona del puerto y comiendo en un barco restaurante del muelle principal. Hamburgo me maravilló por su arquitectura que más bien, es todo un museo de estilos y clases arquitectónicas. En una sola calle o cuadra podías encontrar muchos estilos de casas y edificios, desde el barroco hasta el moderno, minimalista y de ladrillos, californiano o bauhaus. Era realmente increíble el deleite visual además de la gran cantidad de iglesias con sus torres muy altas.



Al día siguiente tomamos un tour por un pequeño bote que parte de la zona centro de la ciudad y te lleva a rodear el lago desde donde puedes apreciar más de la urbe. Después recorrimos en un autobus panorámico parte de Hamburgo y terminamos comiendo cerca del hostal donde nos quedamos. Había que descansar y prepararse para el viaje del día siguiente rumbo a Amsterdam.





Para viajar de Hamburgo en Alemania hacia Amsterdam la capital de los Países Bajos, es necesario hacer una escala y cambio de tren en Osnabrück. Recuerdo que el recorrido fue largo pero agradable a la vista, pues pasas por muchas localidades y amplios campos aunque nunca logras darte cuenta de cuando dejas un país y entras en otro.  

Al llegar a Amsterdam me llamó la atención el número de bicicletas que había tanto estacionadas como en uso. Al salir de la Estación Central de trenes me dirigí a la oficina de turismo para comprar la tarjeta de descuentos de la ciudad con la finalidad de disfrutar de algunos de sus atractivos.





La capital de este pequeño país era muy interesante. Su arquitectura, sus grandes árboles, sus calles empedradas y sus canales la hacían verdaderamente memorable.

Observé que había muchos locales de souvenires con temas alusivos a lo sexual y a la libertad, también noté establecimientos de café y comida donde era permitido libremente fumar marihuana sin problemas.





Como teníamos poco tiempo nos encaminamos hacia el Museo Casa de Ana Frank para conocer más detalles de esta famosa niña que vivió escondida en ese inmueble junto a muchas personas más. 

La zona roja de Amsterdam no me impresionó demasiado pues la imaginaba más grande, sin embargo me dio mucha risa ver como podías ver a las sexoservidoras a través de una gran ventana y como la gente bromeaba o trataban de acordar algún encuentro con ellas.



Al día siguiente pude conocer el Estadio donde juega el Ajax y realizamos una visita al Museo de Van Gogh, donde pudimos ver solo algunas de sus obras más representativas ya que como era domingo, el museo cerraba más temprano de lo habitual.






Continuará...